Hasta hace apenas unos años trabajaba como directora de operaciones en una empresa de servicios de teleasistencia y gestionaba personas.
El contacto directo con ellas me hizo descubrir que la imagen que proyectaban, hablaba de cómo se sentían, de sus problemas e ilusiones.
Y despertó en mí la curiosidad y la duda de si podía usarse como herramienta de autoconocimiento y desarrollo personal.
Empecé a formarme en Programación Neurolingüística, Coaching e Imagen y detecté que todo estaba conectado.
Y que cuando una persona se conoce bien, su apariencia e imagen muestran de ella quien es realmente y eso mejora su actitud ante los objetivos marcados.